Friday, August 13, 2010

Barrilete cósmico

Juan Villoro
13 Ago. 10


El 22 de junio de 1986, en el Estadio Azteca, Maradona anotó el máximo gol tramposo. Quienes estábamos en la tribuna lo vimos buscar un remate de cabeza. La jugada fue percibida en dos tiempos: del asombro pasamos a la duda. Diego no había rematado con la frente. "Fue la mano de Dios", diría después, convirtiendo la treta en mito.

En la cabina de transmisiones, Víctor Hugo Morales sentenció para deleite del público argentino: "¡Con Inglaterra, hasta con la mano!".

Seis minutos después, Maradona inventó el máximo gol legítimo. Tomó el balón en su propio campo y llegó a la portería contraria después de dejar en el camino a cinco ingleses. Al celebrar el gol, el Negro Enrique, que le había cedido la pelota, recordó con picardía que ése era juego de conjunto: "¿Viste qué pase de gol te di?".

Gabriel Batistuta afirma que él hubiera disparado tres veces en el mismo recorrido: de 30 metros, de 20 metros y dentro del área. La magia del gol dependió de la forma en que el protagonista pospuso el final. ¿Qué tenía Diego en mente? Según Valdano, en el último segundo recordó una jugada de 1980, cuando Argentina enfrentó en Wembley a Inglaterra. El partido terminó 3-1 a favor del equipo local. Ahí, Diego tuvo una oportunidad que no olvidaría. Hizo un quiebre de embrujo y quedó solo ante el portero. Quiso colocar el disparo y la pelota salió rozando el poste. Su hermano le dijo que era más seguro burlar al guardameta. Recordó el consejo al concluir su mayor lance. Podía disparar a quemarropa pero en sus botines era más seguro un último regate. El prodigio es la sensatez del genio.

¿Era posible describir el delirio en tiempo real? Ante el micrófono, Víctor Hugo Morales, arrebatado por la emoción, cedió al flujo de su conciencia. Pocos locutores tienen un temple tan controlado y pocos saben enloquecer tan bien cuando vale la pena. Transcribo las palabras del rapsoda: "Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona. Arranca por la derecha el genio del futbol mundial. Puede tocar para Burruchaga... Siempre Maradona. ¡Genio, genio, genio! Ta, ta, ta, ta, ta... ¡Goooool!, ¡goooool! ¡Quiero llorar! ¡Dios santo, viva el futbol! ¡Golaaaazo! ¡Diegooool! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme, Maradona en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos: barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés, para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina? Argentina 2-Inglaterra 0. ¡Diegol, Diegol! Diego Armando Maradona. Gracias, Dios, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2-Inglaterra 0".

De inmediato, el cronista advierte que algo se insinúa con poderosa inminencia ("arranca por la derecha el genio del futbol mundial..."). Consumada la proeza, da con un calificativo impar: "barrilete cósmico". En Argentina, "barrilete" es cometa, papalote.

El gran narrador de las gestas argentinas es uruguayo. Nacido en 1947, en Montevideo, Víctor Hugo es una leyenda de la radio que habla con autoridad de ópera, tango o futbol. El pasado 27 de julio conversé con él en el Palacio de la Magdalena, en Santander, y le pregunté por la narración que es visitada en internet como un santuario. Maestro del ritmo radiofónico, Morales dosifica la importancia de las jugadas: "Si hablo despacio, la pelota está en el medio campo". El gol de Maradona no dio oportunidad a la calma. ¿Qué pasaba por la mente del cronista? "Había muchas emociones en juego", comenta: "mi carrera está asociada a la de Diego: debuté en la radio argentina el mismo día en que él debutaba en Boca. Además, estaba el tema de la guerra de las Malvinas, perdida cuatro años atrás, del que nadie quería hablar, pero que determinaba el clima del encuentro, y la situación de México, que no apoyaba a Argentina. Yo había dicho: 'ni encadenado me vuelven a traer aquí'. Ahora me arrepiento, tengo un hijo que vive en México, voy con gusto, pero no querían a la selección". El relato es certero. En la final, los argentinos vieron con desconcierto a un público latinoamericano convertido al fervor teutón. "Luego estaba el tema de Bilardo; yo era de los pocos que creía en él como entrenador. Por último, a unos asientos, estaba uno que quería que la selección fracasara". De esas tensiones salió una narración irrepetible. "Mis amigos me la ponen y me avergüenzo; es como si corriera desnudo por la calle Corrientes".

La jugada más vista del futbol tuvo vida íntima, en la cabeza de Diego y en la de sus testigos. La hinchada depende de estas complicidades.

También la palabra "hincha" nació en Uruguay. De acuerdo con la leyenda, a comienzos del siglo XX Prudencio Miguel Reyes, talabartero encargado de inflar balones, manifestaba su emoción al borde del campo. "Mirá cómo grita el hincha", decían los aficionados. Desde entonces el entusiasmo ha hinchado el juego como se infla un balón. Un artesano demostró que en el futbol la pasión es cosa de Reyes.

El 22 de junio de 1986 Diego Armando Maradona dejó sin palabras al planeta, pero no a Víctor Hugo Morales.

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