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Monday, August 29, 2011

Como un gargajo en la lluvia

Política cero | Jairo Calixto Albarrán

Me zurra estar asustado. Y lo estoy. Porque no escucho sino golpes de pecho, arengas estériles y promesas de justicia que se perderán como un gargajo en la lluvia. Porque se alienta un nacionalismo chauvinista abstracto, melifluo y cursi de la peor época de Bush.
Porque ante los discursos vacuos y repetitivos del góber Medina y del secretario Blake (entre más los oía más quería a mi perro), al presidente Felipe Calderón Hinojosa lo único que se le ocurrió gritar fue: “¡Déjenos trabajar!”, como si no hubiera tenido todo el presupuesto, todo el poder, todas las potestades, incluso las de soslayar los daños colaterales.
Como si no hubiera descartado con histriónico protagonismo críticas y propuestas, para mantener con porfía un plan que, ahí están las evidencias, no ha sido mejor al de los bárbaros. Los hijos de puta sí saben cómo hacerla en la impunidad, en el éxtasis bulímico de nuestros miedos.
Pero lo que da más terror es que a pesar de hacer negocio con la ludopatía y administrar auténticos imanes para la tragedia, los dueños del casino Royale se niegan a indemnizar a las víctimas del atentado en Monterrey. Antes de justificar la naturaleza rapaz de sus actividades, de explicar por qué las puertas de emergencia eran escenografía, decidieron comportarse como el gobierno federal, estatal y el IMSS cuando lo de la guardería ABC.
Como si no fuera suficiente con extirparle el seso a la clientela, de someterla a las tentaciones de la apuesta y de edificar sueños guajiros de riqueza y de fortuna para convertirla en zombi sin medida ni clemencia —con la anuencia de empresarios, políticos y funcionarios— estos dudosos émulos de Bugsy Seagal se permiten, 53 muertos después, el derecho de ser fundamentalmente ojetes.
Lo único que les faltó a los señores del casino fue rendirle un homenaje a las Ladies de Polanco y decir con altanería procaz, frente a los manifestantes en la Macroplaza de Monterrey (los que exigen, además de justicia y paz, la renuncia de Medina, Larrazabal y el propio Calderón, por medio tapar pozos luego de tanto niño ahogado), “Y háganle como quieran, pinches asalariados de mierda”.
No lo hicieron pero seguro lo pensaron, porque frente al hedor de la muerte, a las sospechas nunca investigadas de lavado de dinero, saben que están protegidos por los guaruras de la impunidad. Digo, si podían laborar, como de costumbre, con maquinitas adulteradas, lo más seguro es que al final seamos obligados a ofrecerles disculpas.
Así es esto. O el sicariato o la inepcia.
“Toda una experiencia la de vivir teniendo miedo. La verdadera esclavitud”, dice el replicante Roy Batty, en Blade Runner.

Monday, October 25, 2010

¿México, en serio más grande que sus problemas?

Política cero

Jairo Calixto Albarrán

México es más grande que sus problemas, dicen categóricos los agoreros del bienestar y el optimismo. En sus afanes por desmentir la tozuda realidad que no suele ceñirse a los discursos de los políticos que no ven más allá de lo evidente, los profesionales de la verba florida recurren a las figuras retorcidamente retóricas para decidir, lejos de cualquier rigor científico, que México es más grande que sus problemas. Como si esos problemas no hubieran demostrado, con el furor forense que los caracteriza, que les vale madre que se les devalúe, porque son quien son y no se parecen a naiden.
Ahora no sé si habrán cambiado su perspectiva los profesionales de la fe, aquellos que ante las imbatibles tragedias persisten en su peregrina idea de que México es más grande que sus problemas, cuando suceden siniestras hecatombes como la de Ciudad Juárez, donde una multitud de chicos fueron masacrados a mansalva, sin piedad ni protocolos, por sicarios púberes de los que ahora engrosan las infanterías atroces del crimen organizado que los usa como carne de cañón por su valor de uso, velocidad de desecho y reemplazo.
Treinta mil muertos en la narcoguerra jelipista, lo único que hemos ganado es la capacidad de asombro, en voluntad para hacer un recuento de los descuartizados.
Lo dijo @Jenarovillamil en Twitter: “No sé que duele más de la matanza en Juárez: la masacre irracional o saber que los asesinos son adolescentes intoxicados de muerte.” Lo peor de la cruzada jelipista es que al estar basada en el uso indiscriminado de la violencia, no sólo no ha revertido el poder de los cárteles, ni ha conseguido acabar con la producción de enervantes, sino que tiene por logro haber arrojado al infierno de la barbarie a una generación de jóvenes cuya única fe es en la virgen de los sicarios.
Niños que matan a otros niños. Niños que pasan del bullyng a la fría matazón. Niños zombificados por la falta de oportunidades sociales, el abandono institucional y la seducción idiotizante del crimen organizado. Niños sin amor, con horror, entrenados para despojarse de inocencias y candores, construidos con los materiales del desprecio, el odio y el resentimiento que primero matan y nunca viriguan.
Niños matones que no tienen más credo que cicatrices en su cuerpo domesticado por las drogas. Hijos del tremendismo mediático, el olvido calderónico y la brutalidad existencial.
En serio ¿México es más grandes que sus problemas, o ya todo es perversamente al revés y nadie quiere aceptarlo?

 

Wednesday, April 14, 2010

De gordos, gordibuenas y comunistas de altos ingresos

Política cero
Jairo Calixto Albarrán

La nueva ley antiobesidad, emanada de ese fundamentalismo sanitario que nos quiere gobernar, y nosotros le seguimos la corriente, ha colocado a los gorditos —gremio al que me falta un kilo para incorporarme— al nivel de peligro para México. Así como los fumadores, las anoréxicas, los comunistas, el JJ o Paquita la del Barrio, ahora son la amplia zoología fantástica de los regordetes que, según los nuevos estándares, chingan la nación.

Es curioso que en medio de una sangrienta guerra antinarco que no es ingenua como dijo Joaquín Sabina, sino profundamente absurda con 22 mil muertos y decenas de caídos en calidad de daños colaterales por balas que se le chispotean al Ejército (¿no es bonito que Gomezpunk se ponga tolerante con el autor de “Mucho ruido”, e incluso lo llame a debatir amablemente con Calderón, como si el de Bucareli fuera, en efecto, un político civilizado que casi ni se altera ni ofrece espectáculos de berrinches y pataletas?), aparezca una iniciativa que criminaliza a quien porte provocadora y ostentosamente sus adiposidades. Sobre todo si pensamos que la iniciativa podría poner en serios aprietos a personajes del sistema calderónico como Agustín Carstens o el propio secretario de Gobernación, poseedores de una corpulencia nada portátil.

No se diga el propio Jelipillo, cuya imagen no es precisamente la de un deportista de alto rendimiento, y que en su trote de 14 minutos por la Casa Blanca en Washington terminó echando el bofe frente a cámaras y micrófonos. Así cómo lo van a tomar en serio El Chapo Guzmán o los de La Familia.

Si de por sí los niños de proporciones voluminosas son víctimas del señalamiento y el cotorreo, esta nueva ley los hará sentir como Catémoc Blanco ante la báscula, pues resultó ser el más entrado en carnes de los seleccionados. Debe ser por su alto contenido de plomo.

Podrán decir que es un asunto de seguridad nacional, que los obesos ponen en peligro la estabilidad del sistema de salud y que todo es por el bien de la patria, pero estoy seguro de que todo es una cortina de humo para olvidarnos de las maravillas detectivesco-científicas del procurador Bazbaz y el caso Paulette, que hace ver como algo lógico al Renaut. Más cuando para no ser menos guerrillero que Movistar, que ha reculado en la defensa de la clientela, Telcel ha ganado un amparo para no dejar sin señal a los sin registro. Ora. Le dolió a Slim que Gil Díaz saliera, de pronto, más Robin Hood que él, quien resulta de pronto comunista de altísimos ingresos.

Pero los rechonchos, como sea, ¿pero y las gordibuenas?

Thursday, March 11, 2010

Chesarito Nava, otro ladrillo más en la Paredes

Política cero
Jairo Calixto Albarrán

Insensatos y malagradecidos como somos los mexicanos, no valoramos en todo su esplendor el maravilloso espectáculo que diputadas y diputados ofrecieron en San Lázaro en el clímax del culebrón de las caricias mustias entre el PRI y el PAN, en lo que unos califican como caso mayúsculo de violencia intrafamiliar. Incluso, algunos insensatos han saltado a la palestra para quejarse cual quinceañeras sin chambelán, por el lamentable estado del debate parlamentario, por la falta de acuerdos y el nulo trabajo resolutivo en materias legislativas, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis. Es increíble que en el afán políticamente correcto de imaginar un Congreso de la Unión convertido en fabriquita eficientista de leyes y reglamentos (a lo mejor lo querrán requisar como a Luz y Fuerza para convertirlo en empresa de clase mundial como CFEliz, donde los profesionales de los apagones hacen su nido), en vez de disfrutar los espectáculos que, como el que fueron capaces de producir ayer nuestros representantes populares con inspiración a la Andrew Lloyd Weber, no hay dos en la vida



Cómo superar los afanes histriónicos de Chesarito Nava convertido en una especie de Noroñas blanquiazul, azuzando y amenazando a diestra y siniestra, cual bravucón de barrio bajo. Quién diría que debajo de ese aspecto de nerd de verdad, se escondía una bestia henchida de rencor que, ya desatada y aferrada, retaría a un peso completo como Matrix Paredes, encarnada en trol tropicalizado que, diría Lupita D’Alessio, es tranquila y pacificadora, pero al mismo tiempo irreverente y revolucionaria, feliz e infeliz, realista y soñadora, sumisa por condición, más independiente por opinión.



Un diputado panista, de esos que no entienden de profundidades esotéricas, exige que para demostrar quién está más poseído por el espíritu de Pinocho, si Chesarito o en la Matrix, sean sometidos al polígrafo. Sea serio, con un antidoping bastaría.

Pero que comiencen por el priista José Luis Penchyna, otro ladrillo más en la Paredes, que al subir al estrado a increpar al Navita provocador, se puso peor que Juanito cuando le quitaron la delegación Iztapalapa. O sea, estaba tan prendido que parecía que le iba a dar una embolia. Y no era para menos, el presidente del PAN acababa de blasfemar diciendo que ni con gel ni con mucho copete se borrarían 70 años de mentiras priistas. ¡Tómala, Jimmy Neutrón!



Y mientras tanto, debidamente protegido por la chica del huipil azul, Gel Boy Peñanieto responde con un melifluo, ¡ay, ya no se pelién, no se entrampen en debates estériles!


¡Ay, mi vidoooooo!

El buen Jairo siempre me alegra el día