Wednesday, April 14, 2010

De gordos, gordibuenas y comunistas de altos ingresos

Política cero
Jairo Calixto Albarrán

La nueva ley antiobesidad, emanada de ese fundamentalismo sanitario que nos quiere gobernar, y nosotros le seguimos la corriente, ha colocado a los gorditos —gremio al que me falta un kilo para incorporarme— al nivel de peligro para México. Así como los fumadores, las anoréxicas, los comunistas, el JJ o Paquita la del Barrio, ahora son la amplia zoología fantástica de los regordetes que, según los nuevos estándares, chingan la nación.

Es curioso que en medio de una sangrienta guerra antinarco que no es ingenua como dijo Joaquín Sabina, sino profundamente absurda con 22 mil muertos y decenas de caídos en calidad de daños colaterales por balas que se le chispotean al Ejército (¿no es bonito que Gomezpunk se ponga tolerante con el autor de “Mucho ruido”, e incluso lo llame a debatir amablemente con Calderón, como si el de Bucareli fuera, en efecto, un político civilizado que casi ni se altera ni ofrece espectáculos de berrinches y pataletas?), aparezca una iniciativa que criminaliza a quien porte provocadora y ostentosamente sus adiposidades. Sobre todo si pensamos que la iniciativa podría poner en serios aprietos a personajes del sistema calderónico como Agustín Carstens o el propio secretario de Gobernación, poseedores de una corpulencia nada portátil.

No se diga el propio Jelipillo, cuya imagen no es precisamente la de un deportista de alto rendimiento, y que en su trote de 14 minutos por la Casa Blanca en Washington terminó echando el bofe frente a cámaras y micrófonos. Así cómo lo van a tomar en serio El Chapo Guzmán o los de La Familia.

Si de por sí los niños de proporciones voluminosas son víctimas del señalamiento y el cotorreo, esta nueva ley los hará sentir como Catémoc Blanco ante la báscula, pues resultó ser el más entrado en carnes de los seleccionados. Debe ser por su alto contenido de plomo.

Podrán decir que es un asunto de seguridad nacional, que los obesos ponen en peligro la estabilidad del sistema de salud y que todo es por el bien de la patria, pero estoy seguro de que todo es una cortina de humo para olvidarnos de las maravillas detectivesco-científicas del procurador Bazbaz y el caso Paulette, que hace ver como algo lógico al Renaut. Más cuando para no ser menos guerrillero que Movistar, que ha reculado en la defensa de la clientela, Telcel ha ganado un amparo para no dejar sin señal a los sin registro. Ora. Le dolió a Slim que Gil Díaz saliera, de pronto, más Robin Hood que él, quien resulta de pronto comunista de altísimos ingresos.

Pero los rechonchos, como sea, ¿pero y las gordibuenas?

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